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Fingir demencia
Una implosión es cuando una estructura colapsa o se desmorona hacia adentro debido a una presión o fuerza externa. Y la diferencia entre implosión y explosión es que la primera es un fenómeno «contrario»; mientras que en la segunda el colapso es hacia fuera, en la implosión se produce hacia dentro. En ese estado se viven los días actuales en el búnker peronista de la calle Mitre, ubicado en el microcentro porteño. La implosión sucede tras la elección primaria del pasado 13 de agosto, cuando en el campamento de Unión por la Patria esperaban que Sergio Tomás Massa resultara el candidato más votado. No fue así: Javier Gerardo Milei resultó primero y Juntos por el Cambio terminó en segundo lugar, sumando la PASO entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta. Ahora, en el camping peronista enfrentan un nuevo desafío: superar el rechazo de los gobernadores e intendentes propios a abonar una suma fija de 60 mil pesos y enfrentar el camino a la elección general del 22 de octubre con una inflación mensual que promete llegar al número mensual más alto desde la híper de Raúl Alfonsín. El mayor aliciente que tienen en UxP es el ánimo del ministro-candidato: Massa no para un segundo y habla con presidentes vecinos, gobernadores, intendentes y hasta con Cristina Kirchner. Con Alberto Ángel Fernández, solo hay frialdad. Es más: desde su usina del Frente Renovador afirman que «el escenario electoral posible es el mejor, pues en las circunstancias que atraviesa Argentina, somos competitivos para llegar al balotaje y hacer a Massa presidente». Lo que se dice, el poder del convencimiento. Quienes van hoy al búnker pejotista asisten a la presencia absoluta de Malena Galmarini y al silencio momentáneo de Wado De Pedro, el ministro que oficia de jefe de campaña nacional. La esposa de Massa ocupa por completo el piso asignado en ese impactante edificio porteño al candidato presidencial: «Al 5° piso ahora no va nadie. Y en el resto de los pisos, todos fingen demencia”, afirma un habitué del lugar que espera alguna definición que movilice la campaña. Allí, surge la misma inquietud que en el campamento de Juntos por el Cambio: cómo hacer campaña sin atacarlo a Milei para no victimizarlo. “Decir que Milei es más malo que Benedetto no alcanza”, señala en tono futbolero un curtido dirigente peronista.
Malena Galmarini. Archivo Clarín
CFK say no more
Quienes han visto en las últimas horas a Cristina Elisabet Kirchner aseguran que la vicepresidenta les ha dicho que tiene la decisión, por el momento, de no aparecer en la campaña. Ni en la nacional de Massa ni en la bonaerense de Axel Kicillof. Es que la devaluación ha terminado de correr a la exmandataria de poder realizar un discurso público que no dañe a la administración massista. La titular del Senado siguió al detalle, en diálogo con varios intendentes bonaerenses, los sugestivos saqueos que surgieron con la misma velocidad con la que desaparecieron. CFK señala a Mauricio Macri como el impulsor de esa movida. Algunos de sus asesores le comentaban que la que se podría beneficiar con eso era Patricia Bullrich, la candidata presidencial de Juntos por el Cambio, algo que dijo públicamente Andrés «Cuervo» Larroque. Pero la Vice -sin pruebas, pero con certezas- dice que Macri es el responsable. Con esa actitud prescindente de Cristina, Massa lleva adelante, para algunos, la campaña del Llanero Solitario. Un dato que corroboraría eso es que Alicia Kirchner -que ya perdió la elección en Santa Cruz- rechazó pagar la suma fija. «Ya se va del Gobierno, ¿qué le costaba adherir? Es extraño lo que hizo», indica un funcionario massista, molesto con el desdén de la cuñada de CFK. En tanto, Axel Kicillof hace campaña en soledad, pero no solo no lo incomoda, sino que se siente más cómodo. Eso despierta la desconfianza del propio Máximo Carlos Kirchner, quien tampoco puso ni pondrá el cuerpo en la campaña electoral. En el camporismo ven con recelo que, en caso de que el economista de la UBA logre su reelección, pueda coronarse con entidad política propia (e independiente) del resto del kirchnerismo. Kicillof se siente el heredero político de Cristina, algo de lo que presume sin haber fundado el «kicillofismo» (de hecho, no cuenta ni con un solo legislador bonaerense propio). Sin embargo, quienes lo han acompañado en recientes actividades en San Martín y Avellaneda, señalan que no se muestra desentendido de Massa y que ha hablado, en público y en privado, de que es importante que el de Tigre entre en un balotaje. Otro detalle de la vida peronista devaluada es la actitud «prudente» de Juan Grabois. «No está tirando piedras ni diciendo que los 60 mil pesos de bono son una miseria. Es un buen compañero», razona un dirigente mientras repasa las fotos que se sacó con el gobernador Kicillof esta misma semana. En cambio, el enojo no se fue ni se irá de otro «compañero»: Juan Manzur ya le dijo al propio Massa que no lo va a ayudar en la campaña. El jardín de la República…
Paso 2023: Axel Kicillof. Archivo Clarín
Pelado de ideas
Horacio Rodríguez Larreta está en un momento de introspección. Tras la derrota en la interna opositora, no dejó de levantarse a las 5:30 de la mañana (qué necesidad…) y se fue de viaje por ¡dos días! a Santiago de Chile con su pareja Milagros Maylin. Volvió del ¿descanso? y se puso en contacto con Jorge Macri, con quien avanza en una especie de transición más allá de que las elecciones sucederán recién cuando la gente vote. Larreta habló una vez con Patricia Bullrich pero no volvió a recibir señales desde el campamento de la ex ministra de Seguridad para sumarse a alguna acción de campaña nacional. Pero los dirigentes más cercanos a HRL saben de una decisión íntima del jefe de Gobierno: Larreta apoyará pero no será parte de un eventual Gabinete de Patricia Bullrich. Algunos dirigentes del PRO lo quieren seducir con la idea de que Bullrich ya dijo que «lo mío serán solo cuatro años, un solo mandato». Pero en las asimetrías con Angela Merkel que le grafican algunos de sus más cercanos colaboradores, difícil creer algo así…
Council de las Americas: Horacio Rodriguez Larreta y Patricia Bullrich. Foto Federico Lopez Claro
En campaña
Por el contrario, confirmado el resultado de la pelea por la gobernación bonaerense, Diego César Santilli habló con Patricia Bullrich. Y escuchó de la candidata presidencial una frase que repite con frecuencia por estos días: «Te quiero en mi Gabinete y en mi Gobierno». Acompañada por Sebastián García De Luca, el dirigente que la ayuda a sanar heridos de la interna, Bullrich recibió como respuesta: «Tuvimos en la Provincia 235 mil votos más que la lista nacional pero eso ya pasó; ahora te voy a acompañar a fondo a vos para que ganemos», dijo y coordinó de inmediato ir este miércoles por la noche a un asado -con Néstor Grindetti- en el comité principal de la UCR en La Plata para sanar heridas con Maximiliano Abad y Gustavo Posse; adelante radicales, adelante sin cesar… Entre los heridos que sumarán Santilli, De Luca y Grindetti -más los bullrichistas Federico Angelini y Damián Arabia- están Gerardo Morales, Miguel Ángel Pichetto y José Luis Espert, a quienes quieren ver transformados en voceros de campaña. A todos ellos les mostrarán los «focus group» que ya finalizó el publicista de Bullrich, Derek Hampton. Los resultados no arrojaron nada demasiado novedoso: solo ratificar que deben resaltar el concepto de «orden» que se asimila a PB y ahora, el de «gobernabilidad» que intentará aportar Carlos Alberto Melconian con sus allegados Rodolfo Santángelo, Enrique Szewach, Daniel Artana y Facundo Martínez. Vicisitudes de Berretalandia..
Patricia Bullrich. Foto: Luciano Thieberger