Le ocurrió a cientos de empleados de Cargill en todo el mundo. En un primer mail les advertían que el coloso mundial de granos reducía su plantilla de 160.000 personas en 5%. Y que si recibían una segunda comunicación era porque estaban despedidos. “You are fired”, en el modo de Donald Trump.
Pero los desvinculados en Argentina son muchos más, y la poda podría llegar al 10%, según aseguran sus competidores en el negocio de exportación de granos. En Brasil alcanzaría al 8% del personal.
Por cierto, existen varias conjeturas acerca de los motivos de esta reducción global de la líder con 158 años de vida y su corazón en Minneapolis, EE.UU. Cargill sigue en manos de los primos Cargill y Mac Millan con sus pies en 125 países y en todos los peldaños de la cadena agroindustrial.
Desde la compañía informaron a Clarín: “Maximizamos nuestra competitividad y, sobre todo, continuamos con nuestro compromiso de cumplir con nuestros clientes. A medida que el mundo cambia, estamos comprometidos a transformarnos aún más rápido para cumplir con nuestros clientes y con nuestro propósito de alimentar al mundo. Para fortalecer el impacto de Cargill, debemos readecuar nuestro talento y recursos para que estén alineados con nuestra estrategia. Lamentablemente, esto significa reducir nuestra fuerza laboral global en 5%. Esta difícil decisión no se tomó a la ligera”.
Están los que observan que Cargill se está volcando a las operaciones de comercio de granos y con una búsqueda de eficiencia extrema se anticipa al dólar fuerte y altas tasas de interés que promete Trump, equivalente a precios de las commodities más bajos en un negocio en el que los márgenes son milimétricos. En la Argentina cuentan con 3.200 empleados distribuidos en 65 centros operativos que exportan a 70 países.
Pero últimamente y según un consultor que no le pierde pisada, las cerealeras se están quedando sin combustible. Y ha arrancado un proceso de desinversión dado que hace 15 años que no crece la producción de granos.
“Hoy celebramos una cosecha de soja de 50 millones de toneladas cuando tenemos una capacidad de molienda de 70 millones. Y en el interín, Brasil creció 111%, Estados Unidos, 45% y Paraguay 170%”, soltó al solicitar el off. Las principales plantas de molienda que se extienden en 65 kilómetros, entre Timbúes al norte de Rosario a General Lagos en el sur, que transforma el 85% de la cosecha de soja en aceites, harinas y pellets; tiene una alta capacidad ociosa.
En cuanto a Cargill, un indicio fue lo que ocurrió en 2021 cuando la división de almidones y endulzantes para América del Sur estuvo a punto de optar por Argentina para una planta que elabora pectina, esa fibra soluble que es un insumo clave en la industria de alimentos y que se obtiene de la cáscara de naranjas.
Pero la falta de escala, más que otras consideraciones, lo llevaron a Brasil. Desembolsaron US$ 150 millones. Lo curioso es que muchas cáscaras de naranjas van desde Argentina hasta Bebedouro, en el interior de San Pablo, para alimentar a la que es la planta de pectinas más grande y moderna del mundo.
Hacia delante, la filial doméstica dirigida por el argentino Fernando Cozzi pasaría a depender de Brasil.
Esto pasa cuando en el comercio de granos han aparecido nuevos y muy agresivos jugadores como Cofco (China Oil and Foodstuffs Corporation) dueña de Nidera, que supo pertenecer a familias locales y también es propietaria de Noble. Cofco escaló para estar en el top five. Es una empresa estatal china de procesamiento de alimentos y se ha convertido en el mayor fabricante y comerciante de alimentos en el gigante asiático.
La otra novedad es la ascendente Viterra, surgida de la local Oleaginosa Moreno y adquirida por la suiza Glencore, otrora socia de Vicentin en la creación de la empresa Renova, productora de bioetanol, aceite y pellets de soja. Viterra ya está en 37 países y en tamaño compite con Bunge.
Eso sí, las estadounidenses Cargill, ADM y la mencionada Bunge siguen firmes en el podio junto también a la suizo-francesa Louis Dreyfus. ¿Vendrán nuevos ajustes?