En el mundo del espectáculo argentino, pocos nombres resuenan tanto como el de Wanda Nara. Con una carrera en los medios que sigue acaparando titulares, su vida personal ha estado en el foco de atención debido a los recientes y tumultuosos acontecimientos.
Actualmente, Nara se encuentra atravesando un divorcio con el futbolista Mauro Icardi, con quien compartió años de altibajos emocionales y profesionales.
La sombra de la infidelidad, recurrente en este distanciamiento, fue mencionada de nuevo, reviviendo el doloroso episodio con la actriz Eugenia ‘La China’ Suárez, un asunto que jamás ha sido cerrado completamente, según Nara.
En medio de su separación, el corazón de Wanda encontró un nuevo hogar junto a Elian Valenzuela, conocido popularmente como L-Gante. Este joven y carismático músico le ha brindado a Nara una frescura y simplicidad que, según ella, echaba de menos en su vida llena de lujos.
«En él vi mi esencia. Necesitaba volver a mis valores. La paso bárbaro en Fendi, pero también soy feliz en la vereda de él tomando mate», reveló Wanda en su reciente aparición televisiva, destacando la conexión auténtica que siente con L-Gante.
Sin embargo, el nuevo romance no ha quedado exento de polémicas. Tamara Báez, ex pareja de L-Gante y madre de su hija, ha acusado a Wanda Nara de irrumpir en su relación de forma irremediable.
Las tensiones entre Báez y Valenzuela estaban ya presentes, pero la aparición de Wanda en la vida de Elian, para algunos, fue el catalizador definitivo de la ruptura. Sus declaraciones han mantenido el tema vigente en el ojo pública, minusvalorando los esfuerzos por normalizar la situación personal y familiar del músico.
«Él venía cuando quería, dormía conmigo cuando quería. Cuando empezó a faltar más en la casa fue cuando se veía cada vez más seguido con la señora W. Me enteraba de todo siempre. Y lo peor es que volvía y quería estar conmigo», expresó Tamara.
Con una agenda tanto profesional como personal tan llena de altibajos, Nara hace malabares para mantener un equilibrio en su vida. Los escándalos, lejos de disminuir, parecen avivarse con cada nueva revelación o declaración desde cualquiera de las partes involucradas.