El presente de la laguna de Mar Chiquita, en la provincia de Buenos Aires, es uno de los mejores que se hayan registrado en los últimos años. No tiene que ver precisamente con pescas rutilantes en cantidad, sino con la oportunidad de poder hacer capturas de diversas especies en el mismo día y lugar, convirtiéndola en un destino excepcional para los aficionados..
Tiene mucha vida. Mientras se transita la última etapa del verano, la lisa es la especie por excelencia. Ha sido una temporada extraña porque se ha visto mucho más movimiento que en otras épocas, pero los resultados fueron más escuetos en cantidad. El clima ha jugado un papel fundamental porque la laguna cambia constantemente su nivel: ante las pocas lluvias y la consecuente falta de aporte de agua de canales y arroyos, depende exclusivamente del mar.
El contexto motiva que el espejo se llene rápido de agua, pero también que se vacíe a la misma velocidad. Un escenario que a las ojonas no les gusta, que la mantiene alerta en constante movimiento y que se dificulta pescar. Aún así, con mucha paciencia y pericia, se logró capturar muy buenos ejemplares, algunos de interesante porte y muy robustos, porque al fin de cuentas no todo es malo: hay mucha lisa, el agua está clara y las fuertes temperaturas ayudan. Con días mejores y peores, los pescadores hacen la cuota y se vuelven más que conformes.
Lo que impresiona es la presencia del pejerrey. Hace tiempo no se veía tanto movimiento de la especie incluso a flor de agua, de todos los tamaños. Es prácticamente imposible ir a buscarlos y no volverse con alguna buena pesca. Literalmente está minado y es la experiencia del pescador la que determina el tamaño de la captura. Hay de todos los tamaños (muy chicos y muy grandes) y las artes de pesca marcan la diferencia. Los más conocedores recomiendan moverse de sector en caso de que salga un pejerrey chico y buscar los más grandes en el fondo. Técnica efectiva: una cucharadita de ceba pegado al bote para atraer a los más chicos y buscar lances más largos.
El lenguado también tiene su párrafo. Si bien es la pesca menos rendidora en resultados, debe tenerse en cuenta que no es el momento ideal por año calendario. Y aún así se vieron en las últimas semanas interesantes pescas a lo largo de toda la laguna, con predominancia lógica en la zona de la desembocadura de la laguna con el mar. El constante movimiento de agua activa el alimento (cangrejo y pejerreyes pequeños) de los “chatos” y por eso han salido varios. Además de las líneas tradicionales, con carnada natural, está en pleno apogeo el uso de artificiales duros (jigs) y blandos (las famosas gomitas) con muy resultados ni hablar. Ni hablar de la pesca con mosca, casi sin dudas la más rendidora de todas, aunque reservada para los expertos.
Como si fuera poco, Mar Chiquita ofrece sorpresas. Pescando pejerrey o lenguado, se han prendido a la línea varios pichones de corvina negra que ingresan constantemente. Incluso corvinas rubias que vienen del mar también fueron de la partida. Aunque lo más llamativo de las últimas semanas tuvo que ver con el avistaje de chuchos nadando a flor de agua. Sin ánimo de exagerar, pocos espejos de agua en el mundo ofrecen las posibilidades de pesca que hay en la albufera, que ya es considerada de manera unánime como uno de los verdaderos paraísos de la pesca deportiva.