domingo, 13 abril, 2025
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Entre historias y reencuentros. Un barrio porteño celebró la apertura de su primera plaza

Una mujer con un vestido a rayas agitaba una varilla de plástico en la entrada de la plaza. Caminaba por el sendero rojo que cruzaba el terreno de punta a punta, mientras las burbujas que lanzaba flotaban sobre el césped. Cerca de las lomadas de caucho, un grupo de chicos corría en círculos. A un costado, una pareja mayor tomaba mate sentada en uno de los bancos. En ese espacio, donde antes no había ningún lugar público de encuentro, se inauguró este sábado la Plaza Villa Santa Rita. Ubicada en Álvarez Jonte 3222, es el primer espacio verde del barrio y fue pensada para los más de 30.000 vecinos que viven en un radio de un kilómetro.

Plaza Villa Santa Rita; más de 30.000 vecinos ya tienen un espacio verde en el barrioNoelia Guevara – LA NACION

El predio tiene 1.725 metros cuadrados y está dividido en sectores para juegos, descanso, reunión, lectura y permanencia. Cuenta con un patio de juegos de 113 m², un área de descanso de 26 m² con bancos y sombra, un sector de encuentro de 55 m² con mesas bajo una pérgola, más de 800 m² de césped y 360 m² de canteros. También hay postas aeróbicas y cartelería con normas de uso, entre ellas, el ingreso con mascotas atadas, la disposición de residuos y los espacios permitidos para realizar actividades físicas.

Durante la jornada inaugural, las familias recorrieron la plaza mientras los chicos participaban de distintas actividades. Una de ellas fue el “Desafío de energía limpia”, en el que cinco bicicletas fijas hacían avanzar camiones de basura de juguete sobre una pista horizontal. Cada pedaleada movía un vehículo. A los costados, dos educadores explicaban que el juego buscaba enseñar sobre el cuidado del planeta, la separación de residuos y la importancia de mantener limpia la ciudad.

Los chicos pedealearon en el “Desafío de energía limpia”, una de las actividades educativas itinerantesNoelia Guevara – LA NACION

En otro sector del predio funcionaba el “Reciclatón”, una estación lúdica donde los chicos corrían dentro de un aro giratorio, empujando envases plásticos hasta un punto final, mientras una pantalla cronometraba el recorrido. La propuesta simulaba un circuito de reciclaje y apuntaba a enseñar, a través del movimiento, la importancia de reducir residuos, reutilizar materiales y mantener limpia la ciudad. Educadores del programa acompañaban la dinámica y ofrecían información a las familias. Al igual que el “Desafío de energía limpia”, esta actividad fue organizada por el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana porteño y es parte de un circuito itinerante que recorre distintas plazas de la Ciudad.

Mabel Mussio, vecina del barrio, se quedó en medio de la plaza mirando a los chicos que se balanceaban en las hamacas. “No sabés lo que era esto; un basural. A veces cruzábamos por la vereda de enfrente para no ver cómo estaba. Me pone muy contenta que después de tantos años de soñar con una plaza se haga realidad. Uno ve a los chicos, rodeados de verde, corriendo libres, y es imposible no emocionarse. Es algo que esperé toda la vida y que pensé que no iba a llegar a ver”, dijo a LA NACION.

A pocos metros, una nena con una estrella dibujada en la cara se subía al tobogán. Su padre la esperaba abajo con los brazos abiertos. El puesto de maquillaje estaba montado en una esquina del predio: dos espejos con luces, pinceles, agua, purpurina, hisopos. Una mujer con su hijo en brazos elegía entre una mariposa o un rayo. A los costados, había bancos de concreto, parlantes y gente observando.

Gabriel Bazán, abuelo de una nena que jugaba cerca, se sentó en uno de los bancos de hormigón y la observó mientras se balanceaba en la hamaca. “Estoy contento. Tener un lugar donde puedo ver a mi nieta disfrutar por fuera del cemento. Es un lugar de pertenencia. Es necesario tener espacios verdes”, dijo a este medio. A unos metros, familias y vecinos se acercaban a una mesa con libros extendidos sobre un mantel azul. Allí funcionaba la Feria Río de Libros, una iniciativa que ofrecía más de 1.600 títulos para intercambiar. “La feria fue creada por los vecinos, para promover la lectura y fortalecer los lazos comunitarios”, explicaba un cartel. “Esto antes no existía acá. Es algo nuevo y muy esperado”, decía una mujer que se llevaba una novela y dejaba una enciclopedia.

El jefe de Gobierno de la ciudad, Jorge Macri, participó de la inauguración y recorrió la plaza mientras conversaba con los vecinos. “Con este nuevo espacio verde, Villa Santa Rita deja de ser el único barrio porteño sin plaza”, dijo. Y agregó: “Esta obra también forma parte de lo que estamos haciendo en toda la ciudad: más de 120 mejoras en parques y plazas planificadas para 2025. Más espacios verdes, mejores patios de juego, más iluminación y más seguridad”.

Ignacio Baistrocchi, ministro de Espacio Público e Higiene Urbana, destacó que con esta obra “se salda una deuda histórica con los vecinos de Santa Rita”. Y agregó: “Es un anhelo que atravesó generaciones y que hoy, gracias al impulso de los vecinos y al trabajo de la Ciudad, se puede cumplir”.

Una de las vecinas que formó parte del grupo impulsor recordó a este medio: “El primer registro de esta lucha es de 1927, cuando se creó la sociedad de fomento del barrio. Desde entonces se pide una plaza y nunca se logró. Para nosotros es una gran fiesta que el barrio tenga su propio espacio verde. Es una conquista que demuestra lo que se puede lograr cuando la comunidad se organiza y no baja los brazos. Esta plaza es mucho más que un espacio: habla de comunidad, de amor por el barrio, de generaciones comprometidas. Estamos muy contentos, pero siempre remarcando que esto es apenas el principio”.

En la flamante plaza Villa Santa Risa funciona una feria de libros, iniciativa de los vecinosNoelia Guevara – LA NACION

La historia del reclamo por una plaza en Villa Santa Rita atravesó varias etapas y generaciones. En los años ‘80, vecinos del barrio impulsaron por primera vez la idea de crear un espacio verde. La propuesta inicial fue expropiar un terreno donde funcionaba una fábrica de cigarrillos, pero no avanzó. Años después, se evaluó la posibilidad de utilizar un predio que había sido una cancha de tenis, pero tampoco prosperó. El reclamo volvió a cobrar fuerza durante la pandemia, cuando el valor del espacio público y el acceso al aire libre se volvieron temas centrales. Fue entonces cuando surgió el grupo vecinal “Una plaza para Villa Santa Rita”, que comenzó a reunirse, buscar terrenos posibles y plantear el proyecto ante las autoridades. Tras distintas gestiones, en marzo de 2023 la Legislatura aprobó la expropiación del lote ubicado en Álvarez Jonte 3222. La compra se concretó en diciembre de ese mismo año. En julio de 2024 se lanzó la licitación de la obra, a la que se presentaron diez empresas. La adjudicación se hizo en noviembre y los trabajos comenzaron de inmediato. En menos de cinco meses, el barrio vio levantarse la primera plaza de su historia.

Una plaza esperada por generaciones: se inauguró en Álvarez Jonte y ya la usan familias

Un mural pintado sobre una de las medianeras representa escenas vinculadas con la comunidad, la educación y el cuidado del ambiente. En el centro, un libro abierto da origen a un árbol. A la izquierda, dos manos adultas entregan una planta a manos más pequeñas. A la derecha, una figura con guardapolvo blanco está sentada, rodeada de libros, un perro, dos gatos y útiles escolares. Mariposas, colibríes y flores completan el paisaje. Arriba, en letras grandes, se lee “Villa Santa Rita”. A lo largo del día, muchos vecinos se detuvieron a mirarlo. Algunos lo fotografiaron. Otros lo señalaron a sus hijos.

La plaza no tuvo acto formal de apertura. No hubo escenario ni corte de cinta. Solo la ocupación progresiva del lugar. Personas mayores con bastones, chicos con mochilas, parejas, madres con cochecitos, amigos del barrio. Algunos se quedaron en los bancos. Otros caminaron los senderos. Muchos se encontraron por casualidad. Otros lo habían coordinado.

Al final de la tarde, las burbujas ya no flotaban, pero los juegos seguían en uso. Los bancos seguían ocupados. Los libros seguían cambiando de manos. Las mochilas se acumulaban junto a los canteros. Algunos chicos no querían irse. Las familias se despidieron con promesas de volver. La plaza ya estaba abierta.

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