lunes, 25 agosto, 2025
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Una industria a la intemperie

La última Encuesta de Coyuntura de la Cadena Textil e Indumentaria de la Fundación Pro-Tejer reveló que cinco de cada diez empresas registraron caídas en sus ventas en el segundo trimestre del año, seis de cada diez redujeron la nómina de personal y 7,5 sobre ese mismo total no realizaron inversiones en maquinaria ni ampliaron su capacidad productiva en el último año. Esto muestra cómo un daño coyuntural, como puede ser la caída en las ventas, tiene consecuencias más profundas, en términos de empleo e inversión, que afectan a la capacidad productiva. La coyuntura del sector está marcada por la debilidad del consumo interno, la presión importadora y la falta de políticas industriales que promuevan una actividad caracterizada por la relevancia de las pymes y la integración federal.

La realidad de las empresas del sector, fundamentalmente pymes, no concuerda con las palabras que reprodujo el presidente Javier Milei el viernes en la Bolsa de Comercio de Rosario: “Ya llevamos cinco trimestres con la economía expandiéndose, ya hemos llegado al nivel máximo que teníamos en el 2011 y, además, también estamos en el pico de consumo. Es decir, que todas esas cosas que dicen acerca de que la actividad no se recupera, de que el consumo está deprimido, es mucho relato porque los datos dicen otra cosa”, sentenció.

En la Argentina real, que relevó la Encuesta de coyuntura de la Fundación Pro-Tejer, 5 de cada 10 empresas del sector textil e indumentaria registraron una caída en sus ventas en el segundo trimestre contra igual período del año anterior. En promedio las ventas cayeron un 7 por ciento en el último año, señalaron desde la entidad que nuclea a más de 100 socios de la cadena textil y de confección. Pero si la mirada se amplía a los últimos dos años, las empresas venían ya acarreando una crisis, con una caída en las ventas promedio del 28 por ciento versus el segundo trimestre de 2023. Es decir que las firmas venden hoy un cuarto menos de lo que facturaban dos años atrás.

La debilidad en el consumo interno viene dada por la lenta recuperación de los salarios vis a vis los precios internos. Un informe reciente de CP Consultora enfatiza en el caso de los asalariados registrados privados con paritarias pisadas por el Gobierno: las paritarias arrojan una pauta salarial inferior al 1 por ciento, mientras que la inflación, aun en los escenarios más optimistas, alcanzará el 1,5 por ciento en los próximos meses, advierten los especialistas. Si se incluyen los trabajadores por cuenta propia, se observa una caída salarial en abril y mayo (con la salida del cepo) que en junio apenas logra recuperarse (0,7 por ciento real).

Los salarios están estancados y eso resiente el consumo en ramas que no son indispensables, como la textil. A nivel del consumo la coyuntura muestra fuertes disparidades: por un lado, los sectores de ingresos bajos y medios enfrentan dificultades para acceder a consumos esenciales, como alimentos. Por otro, crece el consumo de bienes vinculados al tipo de cambio entre las clases medias altas, favorecido por el abaratamiento relativo que genera la apreciación de la moneda, como el caso de los electrodomésticos y viajes al extranjero.

Las ventas se resienten aún más dada la competencia importadora. El Gobierno flexibilizó las medidas anti-dumping en el país a comienzos de año, decisión que afectó de lleno a rubros como calzados y bicicletas. En la actualidad las compras vía courier del exterior son todo un fenómeno: se triplicaron en los primeros siete meses del año respecto a igual período de 2024, según datos oficiales, y ya sumaron unos 440 millones de dólares.

Empleo, inversión y expectativas

Lógicamente un mal panorama en las ventas se traduce en menor producción y necesidades de mano de obra. La contracción de la demanda obliga a las empresas a ajustar sus estructuras, con impacto inmediato en el empleo. De acuerdo con los datos de la encuesta realizada por la Fundación Pro-Tejer, en el segundo trimestre del año 6 de cada 10 empresas del sector textil e indumentaria reconocieron haber reducido su plantilla de personal en el período. El 72 por ciento de las empresas indicó haber tomado medidas que afectaron su dotación desde fines de 2023 hasta marzo de 2025, lo cual revela una tendencia persistente de ajuste. Las estrategias más mencionadas fueron la “cancelación de horas extras”, el “cierre de turnos”de producción y finalmente los “despidos”.

Por otro lado, la encuesta releva que tras años de fuerte dinamismo inversor el panorama cambió drásticamente: 7,5 de cada 10 empresas no realizaron inversiones en maquinaria ni ampliaron su capacidad durante 2024, y 8 de cada 10 declararon no haber invertido ni tener previsto hacerlo en lo que resta del año. Este freno en la inversión responde a múltiples factores: por un lado, el alto porcentaje ocioso que tiene el sector en el uso de su capacidad instalada en un contexto donde el mercado interno esta en retracción, además de la pérdida de participación frente al avance de las importaciones y una elevada incertidumbre económica.

En materia de expectativas para lo que resta del año, según la encuesta de Pro-Tejer, 4 de cada 10 empresas creen que su situación empeorará, 5 de cada 10 consideran que se mantendrá sin cambios y solo 1 de cada 10 proyecta mejoras. Ante este panorama, las empresas del sector textil e indumentaria identificaron una serie de medidas prioritarias que podrían contribuir a revertir la tendencia negativa y recuperar la actividad; las mismas se vinculan con una “reforma tributaria con enfoque federal orientada a la producción”, con el “control de la competencia desleal”, la “corrección del tipo de cambio para mejorar al competitividad” y “políticas de fomento al consumo interno, tales como financiamiento a tasa subsidiada de productos nacionales”; entre otras.

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