La semana parecía terminar mal para el inefable Elon Musk, porque la presentación que hizo de sus taxis autonómos no terminó de «convencer» a los especialistas financieros, que reaccionaron con bajas sensibles en los papeles de las compañías del megamillonario sudafricano. Sin embargo, la lucha por alcanzar el futuro en la que está embarcado ‘Iron Musk» tuvo este domingo un día de gloria: sus ingenieros consiguieron una hazaña tan impactante que promete revolucionar la industria espacial, al «aterrizar» sano y salvo el gigantesco propulsor de los cohetes Starship.
Como si se tratara de una película en retroceso, el impulsor fue «retrocediendo» desde el cielo hasta posarse en los enormes brazos de la misma torre desde la que había sido lanzado.
El logro, ciertamente de las películas de ciencia ficción, abre el camino a que esos enormes y carísimos aparatos de SpaceX sean finalmente reutilizables, no solo bajando costos de manera astronómica, nunca mejor utilizado ese término, sino que además ya soñando con el futuro podrían tal vez hasta «almacenarse» en determinados lugares, para que sirvan como «recargas» en esos viajes «a las estrellas» que Musk planea para las próximas décadas.
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Y con Musk, se sabe, solo las estrellas son el límite, porque tiene el dinero y sobre todo la audacia para encarar lo que nadie ha hecho antes, por inalcanzable que parezca.
«Amigos, este es un día para los libros de historia de ingeniería», dijo un portavoz de Space X durante la transmisión en vivo de la empresa, después de que el propulsor fuera atrapado y el equipo de control celebrara con justificada algarabía.
«La torre atrapó el cohete», publicó Musk en X, eufórico por la hazaña conseguida. El despegue se realizó a las 07H25 locales (12H25 GMT) con un tiempo claro. Mientras el propulsor regresaba a la plataforma de lanzamiento, la parte superior del Starship debía caer en el océano Indico una hora después.
Como si se tratara de una película en retroceso, el impulsor fue «retrocediendo» desde el cielo hasta posarse en los enormes brazos de la misma torre desde la que había partido.
En junio, ya había logrado por primera vez un amerizaje sin contratiempos en ese océano en otro vuelo de prueba. El objetivo era que las dos partes del cohete -el más grande y potente del mundo- sean recuperadas y reutilizadas luego de cada vuelo, con lo que SpaceX busca poder lanzar más cohetes, más rápido y a menor costo.
La empresa de Musk tiene como objetivo usar Starship para colonizar Marte y el desempeño de estas naves es seguido de cerca por la Nasa, que cuenta con este programa para regresar en breve a la Luna. El cohete se compone de la fase llamada Super Heavy, que mide unos 70 metros, y encima de ésta la nave del Starship, sumando en conjunto una colosal estructura de 120 metros.
Un trabajo de años
«Los ingenieros de SpaceX han trabajado años para preparar el intento de captura», escribió la empresa antes del lanzamiento. «Decenas de miles de horas» se dedicaron a la «instalación de la infraestructura necesaria para maximizar nuestras oportunidades de éxito», agregaba.
Por su parte, Starship proseguirá su vuelo hasta amerizar en el océano Índico. La primera vez que logró amerizar con éxito en el Índico fue durante un vuelo de prueba realizado hace cuatro meses. Las imágenes transmitidas en directo por las cámaras de la nave mostraron una capa de plasma anaranjado a su regreso del espacio, debido a la fricción con la atmósfera. Las piezas se habían desprendido por la presión.
Desde entonces, SpaceX ha declarado que llevó a cabo una «revisión completa del escudo térmico» de la nave, utilizando baldosas de «nueva generación».
AFP/HB