Luis Toto Caputo agradeció la oportunidad de haber tenido «una clase gratuita de historia económica con Arthur Laffer», el célebre economista que saltó a la fama como asesor de Ronald Reagan y que hoy asesora a Donald Trump. De visita en Argentina, Laffer repitió su credo liberal de reducción de la presión impositiva y de liberación de los controles de capitales, pero lo que no está tan claro es si Caputo efectivamente seguirá sus consejos.
A primera vista, la visita de Laffer constituye en sí misma un mensaje político del gobierno, justo cuando se especula sobre un anuncio de Javier Milei para salir de la «maraña tributaria» y eliminar más de 100 impuestos, cuya recaudación sumada no alcanza al 90% de la recaudación total del fisco. Y buena parte de esa reforma recaerá sobre los impuestos provinciales y municipales.
«Nuestro sistema impositivo es asfixiante, laberíntico e inestable. Argentina tiene que dejar de ser un infierno fiscal para quienes trabajan, se esfuerzan e invierten. Nuestro país tiene una carga impositiva explícita que supera el 30% del PBI», fue la frase de Milei, a la que se podría encuadrar dentro de la filosofía de Laffer.
El veterano economista estadounidense es el autor de la mundialmente famosa teoría según la cual hay un efecto de rendimientos decrecientes en la recaudación de impuestos, porque a mayor presión impositiva, mayor será el incentivo a la evasión. Por eso, en la célebre «Curva de Laffer» se explica que, a partir de determinado punto crítico, cada suba de impuestos no sólo no aumenta la recaudación sino que la hace caer. Y, en teoría, si se redujera el peso de los impuestos, el ingreso a la caja fiscal tendría que aumentar.
Es uno de los mayores debates entre los economistas de todo el mundo. Entre los liberales, se suele defender a Laffer. Pero también hay una legión de escépticos que dicen que, en la práctica, la teoría no funciona, porque cuando se baja la tasa de un impuesto, lo primero que ocurre es que aquellos venían pagando regularmente disminuyen su aporte, mientras que los que evaden tardarán un tiempo en regularizar su situación. Además, el aumento en la productividad de la economía tampoco tendrá un efecto inmediato.
La Curva de Laffer ha sido una de las teorías más discutidas sobre el nivel óptimo de impuestos
La memoria de Luis Caputo
¿Qué opina Toto Caputo sobre la teoría de Laffer? A juzgar por la foto y el texto de su tuit, parecería que adhiere sin reservas. Sin embargo, el ministro ya ha demostrado que no ve contradicción entre adherir al credo «libertario» en los discursos pero mantenerse pragmático a la hora de definir políticas.
No por casualidad, después de que el ministro publicara su tuit junto a Laffer, los principales comentarios irónicos hacían referencia a si después de la entrevista se había convencido de levantar las retenciones a la exportación agrícola. Y la respuesta es obvia: eso no ocurrirá, como ya lo adelantó Caputo en su proyecto de presupuesto 2025, en el que prevé que por ese concepto se recaudará el doble que este año, a pesar de que la inflación rondará el 20%.
Caputo vio en primera fila el resultado de adherir con entusiasmo a la teoría de Laffer: siendo secretario de finanzas, fue testigo de cómo Mauricio Macri llevó a cero las retenciones de maíz, trigo y carne, y cortó 5% las de la soja, que entraría en un esquema de reducción gradual. En la teoría, esa medida llevaría a una explosión de productividad en el campo, que compensaría por la baja de los impuestos. Sin embargo, dos años y medio después las odiadas retenciones volvían, en medio de una crisis cambiaria y un déficit fiscal primario de 3,8%. El propio Macri reconocía que se trataba de «un impuesto malísimo», pero la realidad fiscal no le dejaba margen.
Para ese entonces Caputo era presidente del Banco Central y se enfrentaba a otra disyuntiva entre teoría y pragmatismo, al pelear con los funcionarios del staff del Fondo Monetario Internacional, que le pedían que dejara flotar el dólar, contra la insistencia del argentino, que quería intervenir en el mercado cambiario.
Argumentos para no bajar impuestos
Seis años después de aquella experiencia, Caputo está dando señales de valorar más las lecciones de su propia historia personal que las de la historia económica mundial que le da Laffer: no manifiesta urgencia alguna ni en aliviar el peso tributario del Estado ni de liberar el cepo cambiario.
Salvo por la eliminación del impuesto PAIS -algo que ya estaba previsto por ley- y la flexibilización en las importaciones tipo courier para los individuos que quieren aprovechar los eventos como el Cyber Monday y el Black Friday, el resto de la presión tributaria no tiene grandes chances de ver reducciones nominales en las alícuotas.
De hecho, están aumentando los montos reales por Ganancias para la cuarta categoría -cuyo mínimo no imponible será actualizado semestralmente- y también para los monotributistas. El propio Caputo pronosticó que en 2025 Ganancias incrementará su recaudación nominal en 40% -suba real de 17%- mientras que el monotributo dejará un explosivo aumento del 146%.
Calculado en términos del PBI, los analistas estiman que, de aquí a un año Ganancias pasará de 4,42% a 5,05%; el monotributo de 0,04% al 0,09%; el impuesto a los Combustibles del 0,38% al 0,73% y las retenciones a la exportación del 4,42% al 5,05% del PBI.
En cuanto a las retenciones de la exportación, la previsión es que las alícuotas queden donde están, algo que está provocando irritación en el campo, sobre todo por la tendencia a la caída en los precios de las materias primas en el mercado internacional. Después de haber visto el resultado de la experiencia macrista, Caputo prefiere asegurarse el aporte del campo -que en este momento equivale al 4,5% de la recaudación total pero que ha tocado picos de 9% en situaciones de precios altos-.
En el entorno de Caputo tienen preparada la respuesta ante la crítica de los productores sojeros: afirman que es más relevante la baja del dólar paralelo que el nivel de retenciones. La explicación es simple: como el exportador debe vender los dólares al tipo de cambio oficial y luego recomprarlos en el mercado MEP, cuanto menor sea la brecha, mayor será la cantidad de dólares que le queden en el bolsillo tras la liquidación.
Puesto en números, hoy el productor sojero puede captar un 63% del precio internacional, cuando el promedio del gobierno anterior era de 30% en situaciones normales y de 50% en los regímenes de incentivo. Claro, ese número seria de casi 100% si las retenciones no existieran, pero también se vería afectado el ingreso fiscal.
¿Qué diría el economista Laffer sobre la Argentina de Javier Milei?
¿Qué diría Laffer sobre la Argentina de Javier Milei? Por lo pronto, expresa su simpatía ideológica: desde Reagan y Margaret Thatcher, pocas veces se había visto un presidente con un discurso tan anti-estatista. Sin embargo, como la oposición se ha encargado de recalcar -y el propio Laffer está viendo- también hay una buena dosis de pragmatismo a la hora de gobernar.
Puesto en palabras de Milei: «Somos libertarios pero no libertarados». Es la justificación que da cuando se le pregunta por qué no liberó el cepo cambiario ni bajó los impuestos desde el primer día de gestión.
El mensaje que les da Caputo a los potenciales inversores cuando trata de convencerlo de que radiquen sus capitales en Argentina -como acaba de hacer en Brasil y como hizo antes en Estados Unidos- es que, en realidad, el punto más importante ya está contemplado en el RIGI, dado que el esquema de inversiones prevé la libre salida de capitales. Es, en realidad, una forma de relativizar la urgencia por levantar el cepo, algo que Caputo dejó en claro que no le quita el sueño.
Fue, justamente, el tema de los controles de capitales uno de los que Laffer enfatizó durante su conferencia en la Universidad del CEMA el pasado lunes.
«Ese es su problema, ustedes necesitan liberarse de todos esos controles de capitales lo antes posible. La gente necesita sentir la seguridad de que cuando les dan dinero y cuando invierten en su país, luego podrán retirar su dinero», dijo Laffer, que abogó por una reforma que asegure el libre flujo de capitales en forma permanente.
Tuvo también palabras que agradan a los oídos ya no sólo de Milei y Caputo, sino probablemente de todo el arco político argentino: «El FMI ha arruinado país tras país. Cuanto antes nos saquemos de encima al Fondo, mejor vamos a estar todos». En realidad, Laffer no se refería específicamente a las desavenencias en la negociación entre el gobierno argentino y los funcionarios del Fondo, sino a su propuesta de que, en el nuevo orden mundial, el organismo sea abolido.
Recaudación 2025
Lo cierto es que, para un gobierno que se fijó el superávit fiscal como pilar de todo su plan económico, hay ciertas reformas que parecen poco factibles, sobre todo cuando hay por delante un año electoral y la «motosierra» empieza a perder efectividad -sugestivamente, después de haberlos mantenidos casi congelados, el gobierno reactivó los Aportes del Tesoro Nacional para «premiar» con $20.500 millones a cinco gobernadores provinciales que lo ayudaron con votos en el Congreso-.
La cifra no es menor –representa 1,5 veces la recaudación impositiva de noviembre– pero, sobre todo, conlleva un mensaje político sobre los límites al recorte del gasto público.
Un reciente informe de la Fundación Mediterránea concluye que, cuando se lo mide en dólares, el gasto total -gobierno central más provincias- sigue siendo un 45% más alto que el registro del año 2000. Con u$s188.500 millones, se redujo un 45% respecto del pico alcanzado por el gobierno kirchnerista en 2015 pero sigue cerca del promedio de los últimos 25 años.
Claro que en ese cálculo no sólo influye el nivel real de gasto sino también la política cambiaria: a mayor retraso del dólar oficial, mayor será el gasto dolarizado y, por ende, la presión fiscal.
Para 2025, todo apunta a que el retraso cambiario se consolide, con el crawling peg avanzando a un 1% mensual-. «Se necesitará un recorte adicional en los próximos años para dar lugar a una reducción extra de impuestos nacionales y provinciales que mejore la competitividad local», advierte el informe.
Pero no parece ser la situación. Ya con la eliminación del Impuesto PAIS, se perderá un aporte equivalente al 1% del PBI, y además el propio gobierno prevé que Bienes Personales recaudará, en términos reales, un 34% menos que este año, como consecuencia de los beneficios otorgados a quienes adelantaron pagos.
La realidad es que el gobierno planea que durante 2025 ingreses a las arcas fiscales un 10% más de recursos en términos reales -es decir, descontada la inflación-. Y nada indica que es aumento se logre con la receta de Laffer de bajar las tasas de los impuestos. De momento, las coincidencias con el gurú de la recaudación quedarán para la foto con los funcionarios.