martes, 24 diciembre, 2024
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La pobreza tocó un máximo de dos décadas en el inicio de la era de Javier Milei: cuáles son los retos para bajarla

La pobreza y la indigencia en Argentina tocaron su cota más alta en los últimos 20 años durante el primer semestre de 2024, tras la devaluación de 54% del peso. Después de esa fuerte aceleración del indicador en el primer semestre, se espera que en el segundo semestre se ubique por debajo del 50% e, incluso, que la desaceleración se mantenga hacia 2025, si la inflación continúa cediendo y la economía crece. A pesar de ello, los niveles se mantendrían elevados, por encima del 30%-35%, «durante varios años, aun en el mejor escenario que podamos imaginar».

El Observatorio de la Deuda Social de la UCA estimó que la pobreza pasó del 44,7% al 49,9% durante el tercer trimestre de 2024, mientras que la indigencia subió del 11,9% al 12,9% (comparado con el mismo período del año pasado). Aunque frente al trimestre previo muestra una baja de casi dos puntos (51%) y cinco frente a los primeros tres meses del año (54,9%).

Sin embargo, frente a la baja de la pobreza, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, resaltó que se observa una caída por el «efecto estadístico de las canastas básica alimentaria y total» con el ingreso de las familias, pero no se dilucida «si los hogares pudieron acceder efectivamente a la totalidad de la canasta, ya que si bien bajaron los precios de los alimentos, subieron los de los servicios».

«La gestión de Javier Milei se caracterizó por estabilizar desequilibrios macroeconómicos a través de una devaluación, la eliminación de regulaciones y una fuerte contracción del gasto público. Esto tuvo como consecuencia aumento de desempleo, caída real de los ingresos, aumento de pobreza e indigencia, recesión en sectores claves y caída del consumo», señaló un informe del Centro RA de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

Pobreza e indigencia en 2025: ¿qué puede pasar?

Para octubre la tendencia seguiría en baja y se estima que la pobreza podría ubicarse en el 45% y la indigencia en el 12%, según la UCA. En esa línea, Leopoldo Tornarolli, Investigador Senior del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS) de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), estimó que en el segundo semestre podría estar por debajo del 50%, aunque por encima del 45%.

Se espera que la pobreza y la indigencia continúen el sendero de desaceleración, aunque para ello es condición que se mantenga la baja de la inflación, se estabilice la economía y también que haya un crecimiento efectivo.

“La evolución de la pobreza va a estar atada a lo que ocurra con la inflación y el crecimiento”, advirtió Tornarolli. Es que, se espera que para 2025 la economía se estabilice y crezca, lo que ayudaría a bajar la pobreza, según el economista.

“De cualquier modo, Argentina va a tener tasas de pobreza elevadas, por encima del 30%-35%, durante varios años, aun en el mejor escenario que podamos imaginar con años consecutivos de crecimiento moderado e inflación baja”, apuntó Tornarolli.

Índice histórico de pobreza.png

Fuente: INDEC. Encuesta Permanente de Hogares.

Si bien la tasa de pobreza seguiría en niveles altos, cabe destacar que el índice no logra perforar el 30% desde el primer semestre de 2018.

En esa línea, el Banco Mundial en su último informe de «Las trampas de la pobreza en Argentina» señaló que la dinámica macroeconómica obstaculizó la capacidad de los hogares pobres y de segmentos medios para generar mayores ingresos de manera sostenible. Y marcó cuatro obstáculos: 1) la inflación y el desequilibrio fiscal; 2) la informalidad laboral; 3) la desigualdad generacional y regional; y 4) el impacto del cambio climático.

El aumento de los precios, lógicamente, erosiona el poder adquisitivo de los salarios. «La necesidad constante de ajustar los programas sociales y mantener subsidios económicos para compensar la inflación ha presionado los presupuestos gubernamentales y creado un círculo vicioso de dependencia, limitando la eficiencia redistributiva del gasto público», resaltaron.

Respecto al empleo, gran parte de los argentinos se mantienen en la informalidad o se «autoemplean», con condiciones precarias y salarios mal remunerados, lo cual «dificulta que las personas ahorren y mejoren su calidad de vida». «El promedio del ingreso laboral es más bajo para empleos informales y se redujo progresivamente hacia la línea de pobreza desde 2018 debido a las pérdidas de su valor real, situación que también se da entre los trabajadores formales», añadió.

Sobre la desigualdad generacional y regional, el informe enfatiza que el gasto social está «sesgado hacia la población adulta mayor, limitando las posibilidades de movilidad social y de cortar el circulo vicioso de la pobreza crónica y falta de movilidad social». Las transferencias directas de dinero desde el estado a las personas mayores son casi tres veces más altas que las dirigidas a niños y adolescentes.

Finalmente, los eventos climáticos extremos, como sequías e inundaciones, afectan desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables. Estos eventos destruyen cultivos, viviendas y medios de vida, que empujan a las personas hacia la pobreza. A modo de ejemplo, el índice de riesgo de inundación es mayor en provincias del norte y GBA, donde la incidencia de la pobreza es mayor y, a su vez, a estos hogares se les dificulta reponerse ante la pérdida de bienes.

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