La familia real de Países Bajos llegó hace unos días a la Argentina y después de su paso por Buenos Aires se hospedó este martes a Bariloche para disfrutar la Nochebuena en el hotel de la Estancia Pilpicura, propiedad de la reina Máxima Zorreguieta y sus hermanos Juan e Inés.
Máxima, que este año tuvo su biopic en HBO protagonizada por Delfina Chaves, primero estuvo sola en Buenos Aires y después se reunió con el resto de la familia real en Ezeiza. Desde ahí partieron en un vuelo privado a la provincia de Santa Cruz.
Después de un paso por El Calafate, donde se alojó en un hotel de las afueras de la ciudad, esta mañana Máxima Zorreguieta viajó hacia Bariloche junto a su esposo el rey Guillermo, y sus hijas Amalia, Alexia y Ariane. Desde el aeropuerto se trasladó unos 75 kilómetros hasta el casco de la estancia ubicado a orillas del río Pichileufú, en la zona de la precordillera rionegrina.
En el hotel conviven el lujo y la austeridad. La edificación de unos 1.000 metros cuadrados solo tiene cinco habitaciones equipadas con lo mínimo indispensable para un turista VIP, donde se prioriza el minimalismo y la contemplación de la naturaleza.
El predio cuenta con 3.000 hectáreas donde se aprecian cerros rocosos, estepa, cursos de agua cristalinos y, a lo lejos, los picos nevados de la Cordillera. El hotel tiene un restaurante con gastronomía gourmet a base de productos patagónicos. Desde 2009 es administrado por Marcela Cerruti, tía de la reina de Países Bajos, que alquila el campo y las viviendas.
Las habitaciones no se alquilan por pareja sino a grupos enteros que ocupan la infraestructura por un tiempo mínimo de una semana.
Los interesados están obligados a llenar un detallado formulario donde explican sus necesidades, la cantidad de visitantes que son y sus características personales. Recién a partir de allí la gerencia del hotel responde un correo electrónico con un presupuesto acorde. «No hay un único precio, varía con cada grupo que viene», explican en el hotel cuando son consultados telefónicamente. El valor incluye servicios como alojamiento, gastronomía y paseos.
La estructura tiene pisos de madera y paredes de material pintadas con colores claros. La decoración es básica y predominan el blanco y la ausencia de objetos en general que no tengan una utilidad específica. En unos de sus pasillos, que une el restaurante con las habitaciones, se observan los pisos lustrados y un perchero en el que abundan los ponchos tejidos a mano.
Otro sector es una sala de estar con la típica chimenea en cuyo interior siempre hay leños ardiendo junto a unos sillones mullidos.
Las habitaciones minimalistas lucen veladores de madera, una lámpara y camas de dos plazas cubiertas por un tejido artesanal. En la parte externa del hotel, donde se extiende un muy cuidado césped hay una mesa destinada a los almuerzos y a las noches cálidas sobre la que predomina la fina cristalería y manteles impecables.
«Desde desayunos con repostería artesanal, dulces caseros y jugos naturales, hasta la calidez, el confort, las actividades a puro sol y la atención personalizada, se pueden encontrar en la Estancia Pilpilcurá, es el lugar ideal para disfrutar y vivir la naturaleza de la Patagonia», rezaba uno de los textos con los que las agencias de viaje promocionan el hotel.
«Entre las actividades que se ofrecen, se mencionan: pesca con mosca; trekking y cabalgatas entre arroyos, mallines y quebradas con maravillosas formaciones rocosas, recorriendo cuevas con antiguas pinturas rupestres; compartir con el gaucho las típicas tareas rurales de una estancia de la Patagonia argentina; avistaje de cóndores, águilas, ciervos y fauna del lugar; y un día de campo íntimo con cabalgata para personas alojadas en Bariloche», agregaba la información publicitaria que recogió Clarín hace unos años.
La familia real de Países Bajos se quedaría en la estancia hasta mediados de enero del año que viene. Medios locales informan que esperan a Carmen Cerrutti, la mamá de Máxima para las celebraciones de Año Nuevo.