Arrecife (Lanzarote), 11 nov (EFE).- Dos de los marineros que naufragaron el 6 de febrero de 1973 en aguas de Lanzarote a bordo del barco pesquero andaluz Domenech de Varó han sido exhumados este lunes tras ser identificados en las últimas semanas y podrán descansar, más de 50 años después, en su Cádiz natal junto a sus familias.
Se trata de los marineros Tomás Ladrón de Guevara y José Antonio Gallardo, según ha podido presenciar EFE, quienes se encontraban hasta el momento inhumados en dos de los cinco nichos sin nombre del cementerio de San Román, en Arrecife, que, hace poco tiempo, las familias de los náufragos descubrieron que albergaban los restos de sus familiares, a quienes creían desaparecidos en lo más profundo del océano Atlántico.
Dos hijos de Ladrón de Guevara, Ana y Diego, se han desplazado hasta Lanzarote para supervisar las tareas de exhumación de los restos mortales de su padre, pero también de José Antonio Gallardo, sobrino de Tomás y, por tanto, primo suyo.
Estos son los dos primeros marineros de estos cinco nichos que se han conseguido identificar gracias al trabajo de especialistas forenses que, hace poco más de un mes, desenterraron los restos en el mismo camposanto para poder recoger muestras con las que sacar su ADN.
Son otros tres marineros los que siguen aguardando a su identificación para que sus familias puedan recuperar parte de esa memoria ahora olvidada.
El 6 de febrero de 1973 el pesquero ‘Domenech de Varó’ zozobró en aguas próximas a la costa de Lanzarote, adonde se acercaron por la mala mar imperante en la costa del norte de África en la que faenaban. Habían salido unos días antes desde El Puerto de Santa María, en Cádiz.
Este accidente marítimo causó la muerte a diez de los marineros del pesquero, siendo rescatados con vida otros dos, supervivientes que consiguieron identificar, los días que permanecieron en la isla antes de regresar a Andalucía, a tres de los fallecidos que se consiguieron recuperar pronto.
Sin embargo, otros siete no fueron localizados mientras los supervivientes permanecieron en Lanzarote, y nadie avisó a sus familias de que los cadáveres de cinco de ellos sí fueron rescatados en las jornadas sucesivas, y enterrados en nichos sin nombre del cementerio de la capital de la isla.
No fue hasta hace poco más de un año, en el 50 aniversario de la tragedia, que los familiares descubrieron en ciertos documentos de prensa y accediendo a varios archivos, que esos cinco cadáveres habían sido rescatados y enterrados, por lo que inició en ese preciso momento su batalla por lograr identificar a sus familiares. EFE
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