viernes, 6 junio, 2025
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Mario Lugones: el ministro privatizador que ataca a los trabajadores del Garrahan

El empresario de la salud Mario Iván Lugones tiene 77 años. Desde los años 90´ comenzó su paso por la política siendo parte de la gestión menemista del PAMI. Ya desde entonces se ve que comenzó su vocación de atacar sobre los derechos de los adultos mayores.

Fue por esos años que quedó al frente del Sanatorio Güemes, como titular de la empresa Silver Cross America Inc., que por entonces se dedicaba a administrarlo. En los años 2000 fundó y quedó al frente también de la Fundación del mismo sanatorio. En el año 2002 creó y dirigió durante ocho años la Cámara de Entidades Prestadores de Salud – CEPSAL. También es accionista de Prestaciones Integrales de Salud (Presal). De hacer negocios con la salud se trata.

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Desde hace décadas está “bien” conectado con pesos pesados de la “casta” política como el histórico operador radical y ministro del Interior, Enrique “Coti” Nosiglia o el burócrata gastronómico y empresario Luis Barrionuevo, quienes son socios de la Fundación Sanatorio Güemes, administrada por Lugones. A esto se sumó el vínculo decisivo de su hijo, Rodrigo Lugones con Santiago Caputo, lo que fue decisivo para impulsarlo al frente del ministerio de Salud durante el gobierno de Javier Milei. Rodrigo trabaja hace años como operador en distintas consultoras y campañas políticas.

En clave gerencial es que fue realizando designaciones en el ministerio desde el comienzo, aún antes de asumir en el cargo, ubicando al exejecutivo de OSDE Gabriel Oriolo al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud y al exdirectivo de Modum Claudio Stivelman, quien también formaba parte de la Fundación Sanatorio Güemes. Allí también fue designado otro funcionario “full” casta: Roberto Olivieri Pinto. Al frente de gabinete de asesores del ministerio de Salud quedó este personaje que fue parte del ministerio de Educación de Nestor Kirchner, fue parte del gobierno de María Eugenia Vidal en la Provincia de Buenos Aires y después ocupó un puesto en el ministerio de Agricultura de Alberto Fernández. Todos los colores.

Con ese historial Lugones no perdió el tiempo y se dedicó desde el comienzo del gobierno libertario a aplicar el ajuste en el área, primero desde las sombras cuando el ministro era Mario Russo y luego oficialmente al frente de la gestión. Cabe recordar que en un año y medio se desreguló el precio de los medicamentos, provocando aumentos siderales e incluso la caída en las ventas (es decir la población no puede comprar los remedios que necesita), especialmente entre los jubilados. Para ese sector, el PAMI suspendió los descuentos sobre un tercio de los medicamentos. También se ajustó con énfasis en el sector de discapacidad y se cerraron distintas direcciones y coordinaciones de programas fundamentales del área, se concretaron decenas de despidos en el Hospital Laura Bonaparte, en el Hospital Posadas, entre otros. También definió el arancelamiento del acceso a la salud para extranjeros, entre una larga serie de medidas destinadas a avanzar en el desguace de la salud pública.

Por eso no es casualidad que hace pocos días, en el foro empresarial de la AmCham el ministro haya aclarado su verdadero plan de guerra. Allí afirmó que “no podemos decir que todo el mundo tenga derecho a todo”, en relación al derecho esencial a contar con una cobertura de salud integral y remarcó su carácter clasista “Todos pagamos para ir a un hospital público. ¿Ustedes creen que se puede dar salud con dos mil pesos, como aporta el personal doméstico? No se puede”. Salud sólo para ricos. Dejó en claro también que su plan es traspasar el control de los hospitales nacionales a las provincias o directamente darlo en concesión a empresarios. Un verdadero ministro contra la salud de las grandes mayorías.

Este personaje, fiel a su lógica de lucrar con la salud, es quién ahora se encuentra frente a los trabajadores y trabajadores del Hospital Garrahan, quienes vienen dando un ejemplo con su lucha por sostener una salud pública de calidad. “Los recursos no deben destinarse a la militancia rentada” afirmó este fin de semana, livianamente, para referirse a los residentes que dedican hasta 70 horas semanales para cuidar a niños de todo el país y con todo tipo de dolencias y por un salario ínfimo.

La provocación del ministro millonario, que llegó junto con una promesa falaz (y mínima) de aumento que excluía a la mayor parte del hospital solo provocó más bronca. Por estos días el debate y la voluntad de lucha crecen en el Hospital Garrahan y amagan con contagiarse a otros hospitales para enfrentar esta política de vaciamiento de la salud, uniendo a médicos, enfermeros, pacientes y administrativos en una misma pelea.

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